Sin la gritería que antecede a un fiasco, sin el protocolo de un buen bofetón, sin el argumento de un pecado ilustre o el presentimiento de una anomalía que amerite el caso.
Sin decirme nada, sin decir por que, sin una coartada o una explicación, sin una mentira escrita en un papel, sin las cursilerías típicas del caso, sin decirme nada, sin decir por que, se fue...
Y yo pensando en el como si fuese único, aferrada a su ausencia como si fuese sólida, pidiéndole a la vida que quizás la química lo devuelva buscando algún beso mágico.
Sin la antología de reproches básicos, sin el ejercicio de memorias turbias, sin algún ataque de mamitis crónica o el antecedente de un chisme siniestro que lo explique todo.